martes, 11 de junio de 2019

Con ley o sin ley, ellos siguen siendo el Rey

Por Christian Wiener Fresco 

El tratamiento dado por las empresas exhibidoras comerciales a los estrenos de las películas peruanas “Prueba de fondo” de Oscar Bermeo y Christian Acuña y “Los Helechos” de Antolín Prieto, condenadas a un mínimo de funciones y en horarios suicidas, como bien dijo uno de sus realizadores, es algo más que una nueva evidencia de lo poco que a estos empresarios les interesa el cine nacional que no les sea rentable de inmediato. De verdad, es un acto de provocación para mostrar su poder, conscientes como están que en estos momentos se viene discutiendo en el Congreso una nueva Ley de Promoción a la Actividad Cinematográfica y Audiovisual, que aunque no los afecta en lo más mínimo en su negocio, quieren dejar bien en claro que ellos siguen teniendo la sartén por el mango en la difusión del cine nacional, y que pueden destruir el futuro de cualquier película que ellos no consideren mínimamente comercial para sus intereses.     

Como se sabe, los gestores del Ministerio de Cultura, con el aval de los gremios de cine, que impulsan el proyecto de Ley todavía pendiente de segunda votación en el Congreso, decidieron archivar la posibilidad de tener una Cuota de Pantalla para el cine nacional, a pesar que en el acuerdo del TLC del Perú con Estados Unidos está contemplada la posibilidad de poder implementarlo, como se da–aunque no siempre se cumpla- en el área de la televisión y la radio. Igualmente se prescindió en este largo proceso de contar con el Mínimo de Mantenimiento, que permitiría sostener en cartelera a las películas peruanas que logren superar la media de asistencia, y no ser retiradas por los blockbusters de Hollywood.

Lo único que se contempla en el proyecto final es la supuesta exigencia de suscribir contratos entre el productor-distribuidor y el exhibidor. Pero los contratos son acuerdos entre privados, y nadie, incluyendo el Estado,  puede obligar a una  de las partes a someterse al mismo. Y sí lo hicieran, ¿quién va a poner las condiciones del mismo? Al final, y como ha sucedido en este caso, el dueño de la pelota, es decir las salas del cine, son las que decidirán en cuál momento y en qué condiciones  aceptará una película (o incluso no la aceptará, como sucedió con “Sin vagina me marginan”).

Por supuesto que no faltan los tiranosaurios neoliberales de siempre defendiendo el derecho de los cines a programar como deseen y que el cine peruano no abiertamente comercial se condene al ghetto de la exhibición del Estado, tipo canal 7 (como si la difusión televisiva fuera igual a la cinematográfica). El asunto es que aquí los exhibidores con esa programación en la seman de estreno ni siquiera dejan la posibilidad que los espectadores puedan escoger libremente ver o no ver la película, dada su escasez de funciones y los horarios infames, simplemente exhiben su posición de dominio. ¿Qué clase de libre mercado es aquel donde prácticamente se carece de casi ninguna posibilidad de escoger? 

Según datos estadísticos tomados de fuente del Ministerio de Cultura y los propios exhibidores comerciales, existen  en este momento en el país 99 complejos de salas de cine comercial de 8 cadenas, que mantienen operativos alrededor de 560 pantallas, que al día tienen un promedio de cinco funciones, lo que resulta un total de 2800 funciones de cine diarias en todo el país. De ese total, la película “Prueba de fondo” tiene 4 funciones, es decir el 0.14%; “los Helechos” consta de 6 funciones, que significa el 0.21% y si incluso sumamos “Retablo” en su curta semana que tiene 14 funciones, o sea el 0.5%; en conjunto no representan ni el uno por ciento del total de funciones diarias en los cines. ¿Se puede seguir diciendo que sería una imposición exigir un trato algo más balanceado para el cine peruano en su propio país?  

“Avengers Endgame”, incluso con horarios inusuales durante las 24 horas del día, en un total de 1760 funciones en todo el país, es decir casi el 63% solo para una película. ¡Y después la salas de cine se quejan porque ya no les permiten el monopolio de la canchita!   

La crítica Mónica Delgado ha llamado la atención que la grosera marginación de “Prueba de fondo” no se explicaría exclusivamente por ser documental, ya que otros trabajos de este género como los ecológicos “Pacificum” y “Frontera Sur” no sufrieron tan marcada discriminación,  lo que podría explicarse por otras razones como el racismo, clasismo y centralismo  tan acendrado en el país y la capital, como lo acaba de demostrar el congresista Carlos Bruce. Y yo añadiría también el machismo, porque otro documental, “Contigo Perú” sobre los hinchas de la selección peruana de fútbol en el mundial de Rusia, fue estrenada en marzo de este año con 50 funciones a nivel nacional. 

 
Esperábamos que el Ministerio de Cultura, que a fin de cuentas apoyó con sus fondos concursables la realización de ambas películas, hubiera dicho algo sobre este maltrato comercial, y no limitarse a invitar que el público las vea. Pero eso tal vezpodría poner en riesgo el trámite de la Ley, al que ahora parece circunscribirse todo la actividad cinematográfica en el país. Una Ley con mucha más plata, es cierto, pero con tantos vacíos, como el de la exhibición, y peligros censores que ya hemos advertido. ¿Cuantas más películas peruanas tendrán que sacrificarse en el futuro para conseguir un pedazo de sitio junto a la cancha salada?

martes, 4 de junio de 2019

Con la censura no se transa



por Christian Wiener Fresco

En los últimos días,  el país vive una grave crisis política, cuyo epicentro es el actual Congreso cada vez más deslegitimado y envuelto en escándalos, lo que ha significado la postergación de varios temas en debate y pendientes de votación como el del proyecto de Ley de Promoción de la Actividad Cinematográfica y Audiovisual, aprobada en primera votación del 8 de mayo del 2019. En estos días se señalaron varios puntos críticos al texto sustitutorio final que se sometió a votación, y en especial los últimos agregados al dictamen aprobado en la Comisión de Cultura y Patrimonio Cultural. ¿Los congresistas que votaron de buena fe por este proyecto lo conocían en todos sus detalles y con sus cambios, o sólo lo que se planteaba de manera genérica en el debate? Planteo esta interrogante porque parecieran no haberse dado cuenta la existencia de un párrafo censor contrabandeado en los articulados, y que contraviene de forma clara e indubitable la Constitución.






 Esto significa que ninguna obra puede ser segregada o impedida de participar de los beneficios con dinero público que otorga esta Ley solo porque algún funcionario considere a su criterio que “vulnera o no respeta el ordenamiento jurídico peruano”, así tan vago y difuso como suena. Si la obra resultante alguna persona considera que contraviene la Ley y sus derechos, siempre existirán los mecanismos legales para interponer una demanda de quienes se puedan sentirse agraviados. Pero lo que es inaceptable, bajo todo punto de vista, es que se consagre la censura previa, el bloqueo anticipado en una ley que se supone debe promover la cultura y la libertad como principio.






Pienso en algunos títulos recientes que podrían haber sido víctimas de esta interpretación antojadiza, como “Sin vagina me marginan“ de Wesley Verastegui, en relación a una chica trans que busca dinero para su operación; “Hija de la laguna” de Ernesto Cabellos, sobre la lucha de las campesinas en Cajamarca para cuidar sus lagunas ante la mayor empresa minera, Yanacocha; o “Alías Alejandro” de Alejandro Cárdenas, que relata su viaje de Suecia al Perú para conocer a su padre, Peter Cárdenas, uno de los principales líderes del MRTA, entonces preso. Y siendo más amplios, incluso títulos como “La teta asustada”, “La última tarde”, “Rosa Chumbe”, “Retablo” y hasta “Magallanes” del actual primer ministro, podrían ser consideradas como vulneradoras o irrespetuosas del “ordenamiento jurídico peruano”




Llama por eso la atención el silencio de los gremios de cine al respecto, y espero que no sean los innegables beneficios económicos que significa esta nueva Ley los que justifiquen vulnerar principios básicos como la libertad de expresión. Incluso los cineastas regionales que se pronunciaron por el inconsulto cambio en el porcentaje para las regiones del presupuesto asignado, pero callando lo del párrafo censor. Solo algunos críticos, cineastas y gente de la cultura han mostrado su disconformidad por la forma como se ha llevado todo este proceso de la Ley, manifestando su preocupación por este párrafo insólito en una legislación de promoción al cine.  



A todo esto ¿qué tiene que decir el Ministerio de Cultura? Las explicaciones verbales dadas por la DAFO son confusas e inexactas, porque si se trata de una cláusula supuestamente demandada por el MEF para impedir la participación de empresas y cineastas que hayan actuado contra la Ley y el reglamento, ¿por qué se habla de obras y no de personas? Existe además en la norma, como ya se ha mencionado, un régimen de fiscalización y sanciones donde hubiera correspondido ese artículo, y no en la parte de definiciones de lo que se considera una obra peruana para efectos de esta Ley. Además, ¿qué tendría que ver el “ordenamiento jurídico peruano” con un asunto meramente operativo?. Lo que corresponde, si se considera que no hay nada oscuro ni que contraviene la Constitución, es que el Ministerio de Cultura sustente por escrito ante el Congreso las modificaciones que se realizaron al dictamen en el cuarto de intermedio (incluyendo el cambio del porcentaje a las regiones, y la mención explícita de la Dirección de Industrias Culturales y Artes en varios artículos).  Solo se así se podrá discutir y votar con conocimiento de causa y de forma transparente una nueva ley.



 Si, la nueva Ley de Cine es importante y necesaria. Pero no a cualquier precio, mucho menos al precio de renunciar a la libertad de expresión.