martes, 13 de agosto de 2013

No uno sino muchos festivales

Por Christian Wiener Fresco

Desde el viernes 9 y hasta el sábado 17 de agosto, la atención de los cineastas, críticos, cinéfilos, cinemeros, curiosos y snobs de Lima y balnearios se traslada al Festival de Cine Latinoamericano que desde hace 17 años viene organizando el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

 Este año se presentan 272 películas de 42 países en diferentes categorías y secciones. La principal es la competencia oficial, tanto de ficción como documental, donde los jurados respectivos reconocerán a las mejores obras de este continente seleccionadas. Por Perú compiten en ficción “El evangelio de lacarne” de Eduardo Mendoza, “Rocanrol 68” de Gonzalo Benavente y “Viaje a Tombuctú” de Roxanna Díaz; estas dos últimas, operas primas. En documental figuran “Sigo siendo (Kachkarinaqmi)” de Javier Corcuera; “Retrato peruano del Perú” de Carlos Sánchez y Sofía Velásquez y “La huellas del sendero” del español Luis Cintora.

Fuera de competencia se podrá ver también otros dos documentales nacionales: “Nadie especial, de Juan Alejandro Ramírez; y “Responso para un abrazo, de Nora de Izcue.

Las secciones paralelas incluyen panorama del cine latinoamericano contemporáneo, selección de la semana de la crítica de Cannes, un ciclo de cine portugués y retrospectivas de la actriz y directora francesa Sandrine Bonnaire y al reconocido cineasta serbio Goran Paskaljevic. Mención aparte será la presentación de  “Buenos Aires, Verano 1912 (1966), del argentino radicado en el Perú Oscar Kantor, y “Miradas múltiples, La Máquina Loca (2012) tributo que hace el mejicano Emilio Maillé al gran maestro de la fotografía cinematográfica azteca, Gabriel Figueroa

Este año, además, se inaugurará una pequeña muestra con tres cintas del llamado cine independiente norteamericano, y una gira ambulante de documentales, con títulos de Canadá, Estados Unidos, Francia y Méjico.

Finalmente los homenajeados, entre los que se encuentra el realizador norteamericano Alexander Payne (“Entre copas”, “Los descendientes”), la brasileña Gloria Pires, más conocida por su trayectoria en las telenovelas de la red O’Globo, y nuestra gran señora del teatro y la pantalla, la entrañable Elide Brero.


Y es que el Festival de Lima, con todo lo mediático y reconocido que es, ya no puede seguir considerándose el único de cine en la capital porque ahí están también el Festival Internacional de Cine Lima Independiente, que este año contó con la presencia de un ganador de la Palma de Oro de Cannes, el tailandés Apichatpong Weerasethakul. También el Festival Internacional de Cine Digital (FIACID), TRASCINEMA, dedicado al cine de no ficción, Al Este de Lima, con obras de la Europa oriental, OUTFEST, del cine LGBT, y un novísimo Censurados Film Festival. Y en el interior del país encontramos al Festival Internacional de Cortometrajes, FENACO, que antes se realizaba en Cusco y ahora en Lambayeque, y el INKAFEST en Ancash, especializado en cine y andinismo; entre otros.

El surgimiento de estos festivales se debe a que en los últimos años la oferta cinematográfica se ha diversificado en la ficción, el documental y la animación, el acceso se facilita con las nuevas tecnologías del video y el cine digital, y se cuenta cada vez con mayor público especializado y abierto a propuestas experimentales y audaces de todos los ámbitos del planeta. Más que disputarle el espacio habitual de cine latinoamericano que cubre el Festival de Lima, han ampliado el espectro cinematográfico a otros horizontes y posibilidades, con lo que los grandes beneficiarios son el público realmente interesado en cine (y no posero) que asistió a sus funciones.

¿Habría admitido el Festival de Lima en su competencia oficial a “El espacio entre las cosas”, el exigente segundo largometraje del peruano Raúl del Busto? El filme fue estrenado en el Festival de Cine Independiente, donde obtuvo buenas críticas y una mención honrosa. Pero quien sí parece que se equivocó de festival fue el cusqueño José Huamán, que presentó para la categoría de documentales del Festival de Lima su trabajo “Inkarri: 500 años de resistencia del Espíritu Inca en el Perú”, pero no fue considerado por el equipo seleccionador.


Por eso y muchas razones más, es importante y necesaria la competencia y diversidad en este campo, para que todos los festivales, antiguos y nuevos, grandes y pequeños, se mantengan, crezcan y mejoren cada año para satisfacción del público, que más allá de los egos de sus organizadores, son su principal razón de ser. 

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