martes, 2 de junio de 2020

Los olvidados


Por Christian Wiener Fresco 

Víctor Zapata Yarleque, también conocido como “Vitucho” era un joven y talentoso caracterizador y artista de efectos especiales VF en el Perú. Hizo trabajos para la televisión y el cine, entre otros en “Cementerio general”, “Aj! zombies”, “Django 3”, “La deuda”, “La restauración”  y “Canción sin  nombre”. Lamentablemente fue víctima del Covid19, y su situación se agravó, siendo internado de emergencia en la Clínica Maison de Sante, donde falleció el martes 26 de mayo. Debido a los gastos de su hospitalización, los familiares vienen realizando una campaña para solventar la deuda contraída*.


Pocos días antes se supo que el conocido actor Vicente Pold Gastelo Sosa por la misma enfermedad se encontraba con respirador mecánico en la Unidad de Cuidados Intensivos de una clínica local, gracias al apoyo de colegas y amigos que permitieron su internamiento luego de no poder ser ingresado en un hospital del Callao por estar sin capacidad, y ser rechazado en una clínica por no contar con los medios para sustentarla. Por suerte en su caso, la evolución ha sido favorable y ya se encuentra en recuperación, al igual que su hermano, internado en el Hospital Sabogal.   

Todos estos hechos se dieron enmedio de un sonoro escándalo en el Ministerio de Cultura por la reiterada contratación en tres años por un total de 175 mil soles de un desconocido artista como “motivador” solo por su cercanía a personajes en el poder.  Cuando después de más de sesenta días en emergencia por la pandemia, con el reclamo angustiado de los artistas sin trabajo, y siendo observados por la Contraloría por carecer de una base de datos confiable de su sector, recién se aprueba un Decreto de Urgencia para destinar 50 millones de soles a artistas e instituciones culturales**, pero que recién se ejecutará en los tres meses siguientes, luego que sea aprobado elreglamento, para la quincena de junio. Hay que señalar que los mecanismos de “amortiguamiento para mitigar los efectos socioeconómicos generados por la emergencia sanitaria” que establece el Decreto, se divide en apoyos económicos a favor de personas naturales y jurídicas, y adquisición de contenidos culturales.


La ministra saliente, la décimo tercera en su cargo desde la creación de la cartera hace diez años, y la sexta en lo que va del gobierno de Vizcarra, en una de las últimas declaraciones manifestaba su desazón por la burocracia, y que estaban haciendo lo posible por hacer “súper rápido” la entrega de esta reclamada ayuda. Se equivocaba de forma gruesa al decir que la estadística del impacto económico de la cultura en el país se habían quedado en los tiempos del anterior INC, lo que no es cierto como lo prueban una serie de documentos y portales emitidos por el Ministerio en estos años. Sin embargo esa importante data no era la que se necesitaba para la ayuda, sino algo más simple y concreto como un censo del sector, que debió tenerse desde antes, o inmediatamente implementarse con la emergencia, con el apoyo de los gremios, donde los hubiere. 

La crisis sanitaria y económica ha puesto de manifiesto, como no podía ser de otra manera, la enorme precariedad del sector cultura, desde una institucionalidad ancha y ajena hasta el último artista y trabajador olvidado en sus diversas áreas. Entre otros muchos vacíos de una política cultural inexistente a nivel general de Estado, como del propio Ministerio de Cultura, encargado de elaborarla e implementarla, está la falta del entendimiento de la labor de los que trabajan en las industrias culturales, que no es solo un asunto de productores y empresarios.

El bono y los apoyos económicos para la emergencia son necesarios, pero son solo paliativos. Los trabajadores,no colaboradores, demandan derechos laborales como cualquier otro trabajador, pero que siguen siendo regateados, incluso de la legislación promotora como la Ley de Cine, y una Ley del Artista, recortada y envejecida. Hasta ahora poder contar con seguro social y de atención médica, pensión de jubilación y posibilidades de negociación colectiva como la tiene otro gremio de características similares en cuanto a la eventualidad del trabajo, que es Construcción Civil; sigue siendo todavía una asignatura pendiente para muchos trabajadores audiovisuales y artísticos peruanos, lo que sabe muy bien el Sindicato de trabajadoras y trabajadores del audiovisual y cinematografía Perú (SINCA), y el Sindicato de Artistas e Intérpretes Peruanos (SAIP).

Ahora que se anuncia un lento aunque inevitable retorno a las actividades laborales en el sector, es más que nunca necesario que en las futuras producciones de cualquier tipo, los artistas y técnicos sean considerados y recompensados como se merecen y con estrictos controles de bioseguridad por parte de los ministerios de Trabajo y Salud (que no sean tan laxos como los que se aplican para los servicios de delivery por aplicativos). Nadie quiere más pérdidas dolorosas, ni endeudamiento de trabajadores y sus familias por razones de salud, por más campañas y esfuerzos solidarios que se lleven a cabo. Si no empezamos a respetar la vida humana por delante de todo ¿de qué tipo de cultura estamos hablando? 

NOTAS

*Cualquier apoyo a nombre de Samuel Alfonso Camacho Castro, con cuenta del BCP N° 193-37343542-0-48, y CCI: 002-19313734354204814.

**En el Decreto Supremo N°058-2020, que aprueba “mecanismos de amortiguamiento para mitigar los efectos económicos en el sector cultura producidos en el contexto de la emergencia sanitaria por el covid-19”, se menciona en el artículo 8, inciso d) de beneficiados por el apoyo económico a las Salas de Cine. Sí, las mismas que no apoyan la exhibición del cine peruano no comercial, y que han puesto a sus trabajadores en situación de “suspensión perfecta de labores”.