por Christian Wiener Fresco
Como último acto de la fugaz gestión del ministro Petrozzi en la cartera de cultura hoy, día de la inmaculada concepción, salió en El Peruano el texto del Decreto de Urgencia N° 022-2019 que “promueve la actividad cinematográfica y audiovisual”. Curioso que ya no se hable de “Ley de promoción” como estaba en todas las diferentes versiones discutidas previamente en el Ejecutivo y Congreso, sino de un decreto de promoción. De paso, se confirma que las leyes de cine solo pueden promulgarse en el Perú en situaciones de excepcionalidad jurídica, como en el gobierno de Velasco, luego del golpe de Fujimori y ahora con Vizcarra sin Congreso. Lo cierto es que pese a tratarse de un tema de fomento a una forma de expresión y comunicación humana tan importante, se ha manejado toda la última parte de su redacción en gran secreto y sin abrir el debate a la opinión pública, pese a las voces discordantes de diferentes lados y sentidos sobre la propuesta. Esperemos que los próximos legisladores, que esperemos sean mejores que los que los precedieron, puedan subsanar en parte esta política de hechos consumados.
Revisando
el decreto publicado, resulta en gran parte similar al texto aprobado en primera
votación por el Congreso en mayo de este año. Es saludable que se haya retirado el ignominioso
artículo censor sobre las obras “que vulneren o no respeten el ordenamiento
jurídico peruano y los reglamentos de la presente Ley”, pero resta todavía una
explicación satisfactoria sobre su inclusión, pues hasta hace muy poco los
funcionarios del Ministerio de Cultura seguían insistiendo que era por
presiones del MEF, que sin embargo ahora desparecieron porque la propia titular
de esa cartera firma el decreto. Queda la gran interrogante que si algunos, muy pocos, no advertíamos publica y reiteradamente sobre este peligro en su momento, hubiera seguido en el texto final, con el aval cómplice de los gremios que también se quedaron mudos al respecto.
En
lo demás se mantiene el porcentaje del 30%, con posibilidad hasta el 40, del
presupuesto para el cine regional, así como los artículos que delegan en la
Dirección General de Industrias Culturales y Artes una serie de potestades y
atribuciones para el otorgamiento de estímulos por concursos o directos, así
como en cuanto a los apoyos económicos provenientes de donaciones. Todos estos
puntos agregados a última hora en el texto sustitutorio, así como lo referente
a las donaciones que puedan ser deducidas hasta un máximo
de 10% como gasto para efecto del impuesto a la renta, que según el propio exministro
Petrozzi permitiría estimular la producción de un cine más comercial.
Por supuesto no hay nada sobre cuota
de pantalla o mínimo de mantenimiento, reduciéndose todo el complejo tema de la
distribución y exhibición a la obligatoriedad de suscribir contratos entre las
partes, que no son iguales, y obviando que por su propia naturaleza jurídica, en
un régimen de libre mercado, estos no pueden ser obligados sino de libre acuerdo
entre los que lo suscriben. También, como lo habíamos advertido varias veces,
para las películas peruanas se ha dejado de lado el porcentaje mínimo de
técnicos y artistas nacionales, que ahora solo se glosa como “mayoritariamente”.
Y el artículo sobre los archivos
audiovisuales, que revela el nulo interés sobre el tema al nombrar lo que
cuenta actualmente el Ministerio como “Cinemateca Peruana” sin dotarlo de capacidad de gestión y presupuesto
básico, y dejando de la lado la
propuesta de Cinemateca Nacional de la propia Dirección Desconcentrada de
Cultura de Cusco, considerada por este gobierno, y con la misma firma del
Presidente Vizcarra, como uno de los proyectos emblemáticos en cultura para el bicentenario (Decreto Supremo N| 009-2018-MC).
Estos
son algunos de los varios puntos en la norma aprobada que hubieran ameritado un
debate más amplio y transparente que no se dio, y no se quiso dar, como si la
democracia fuera un estorbo para la cultura. Con mayor razón cuando recientes
decisiones en el sector reciben cuestionamientos públicos que debieran ser
aclarados a nivel oficial, como el caso denunciado por Mónica Delgado de la asignación directa de algo más de 14,000 soles a Francisco Lombardi para un homenaje en el Festival de Cine de Huelva, en España. ¿Recursos del fisco peruano para un
festival extranjero? Ojo, no estamos hablando del apoyo a los cineastas para
mostrar sus obras en competencia, sino una actividad especial de reconocimiento
a una trayectoria, que en todas partes corre por cuenta del anfitrión. Sea como
sea, no se ve bien, en especial porque otros cineastas menos conocidos no son tratados con la misma generosidad.
Muchos
saludarán con entusiasmo que habrá más dinero y con ello más obras, lo que es
cierto, y enhorabuena, pero no olvidemos que el cine no es solamente un asunto
de realizadores sino en especial del público y la población al que va dirigido,
y si las películas no llegan a ellos en las mejores condiciones, de muy poco
valdrá tanto esfuerzo.
El fisco peruano ya financia un festival extranjero: Al Este de Lima, un evento franquicia cuyo origen es francés. Sobre esto nadie dice nada tampoco.
ResponderEliminarEsa afirmación no es precisa. Al Este nació en Lima y luego se diversifico con brazos en Francia, Colombia y Argentina. Es un Festival que aporta y actualiza en el contexto limeño.
ResponderEliminarAl Este nació en Francia, información de la cinemateca uruguaya: https://cinemateca.org.uy/ciclos/81. Es sabido además que ellos crearon la competencia peruana para postular a la DAFO. El año pasado ganaron el multianual y, sin embargo, este año se volvieron a presentar a gestión cultural con un lab.
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