CINEMATECA NACIONAL: ¿Y DONDE ESTÁ EL INFORME ACERCA DE NUESTRO ACERVO AUDIOVISUAL ?
El primero de setiembre del año pasado, 2017, el entonces ministro de Cultura
Salvador del Solar rubricó la Resolución Ministerial Nº 313-2017-MC que
creaba el “Grupo de Trabajo Sectorial, de naturaleza temporal, con el
objeto de efectuar un análisis situacional del acervo audiovisual
nacional y formular recomendaciones para la elaboración de una política
de conservación, preservación y difusión del mismo”.
En la misma Resolución se señalaba que el “Grupo de Trabajo Sectorial”
tenía un plazo de seis meses para producir un informe que diera cuenta
de sus resultados y actos. “El plazo de vigencia del Grupo de Trabajo
será de seis (6) meses desde la emisión de la presente resolución.”
No es casualidad la creación de este Grupo de Trabajo Sectorial.
Después de todo, no surgía de una inspiración iluminada y aparentemente
tampoco de una decisión planificada: era mas bien una respuesta a una
continua manifestación de descontento de parte del gremio
cinematográfico ante la negativa manifiesta del Ministerio de Cultura de
al menos iniciar las gestiones para crear una Cinemateca Nacional.
La creación del Grupo de Trabajo Sectorial, en el mejor estilo de
manejo burocrático de un problema, le permitía al Ministerio “patear
hacia adelante el problema” y acallar momentáneamente las críticas cada
vez mas numerosas de los cineastas que de diferentes formas solicitaban
que el Estado asuma una de sus funciones principales en el campo de la
cultura: la defensa y preservación de nuestro patrimonio.
Estábamos así frente a una nueva maniobra que buscaba dilatar aún más un
afán de solucionar una
necesidad fundamental de cualquier
cinematografía que se precie de medianamente desarrollada. Las razones
probablemente nunca las llegaremos a comprender ya que en este caso la
entidad que debiera de ser la más preocupada de presentar propuestas las
tiene bien guardadas.
Recapitulemos: Primero fue la teoría de
las tres leyes (una ley de cine, una Ley de Cinemateca y otra de Film
Comission). Segundo fue que no se incluía dentro del Anteproyecto de la
Ley General de Cinematografía por que iba tener una ley aparte debido a
las complicaciones burocráticas existentes para crearla. Tercero, se
nos dijo que la creación era muy compleja por que implicaba ponerse de
acuerdo con el Archivo General de la nación, IRTP y la Biblioteca
Nacional, como si estas instituciones quedaran en Marte u alguna otra
galaxia más lejana y no tuvieran directa vinculación con el Ministerio
de Cultura. Cuarto al no existir más argumentos se busco la “solución”
del Grupo de Trabajo Sectorial, recurriendo al tiempo y el olvido como
santo remedio.
Como es sabido, de no mediar una adecuada
conservación, las películas tienen un deterioro físico-químico
manifiesto. El paso del tiempo, las condiciones de almacenamiento, el
clima, principalmente la temperatura y la humedad, juegan muy
desfavorablemente a su favor. Se convierten en una masa informe que
emana un fuerte y desagradable olor ácido. Además ocupan espacio en
casa y oficinas con la tremenda limitación que de no contarse con
espacios y equipos adecuados (salas y proyectores) no se pueden ver
(visionar como dirían ahora los huachafos). Es decir se convierten en
objetos que estorban.
Sin embargo, las películas no solo tienen
valor por su calidad artística, sino que además contienen mucha
información. No solo las obras que con toda propiedad pueden ser
calificadas de cinematográficas en mayor o menor grado sino, inclusive,
la mas simple película familiar nos puede revelar muchas veces los usos
y costumbres de una época, además de redescubrirnos lugares y/o
personajes históricos. Mas allá de contarnos complejas historias que en
su momento fueron parte del imaginario colectivo de nuestra nación y que
muchas veces continúan siéndolo, el cine es memoria viva que contribuye
a recuperar nuestra identidad. Y aunque no lo parezca, las películas
son asimismo delicados objetos que de no cuidarse adecuadamente se
pierden de manera irreparable, para siempre.
El 1 de marzo (hace
ya un mes y 20 dias) venció el plazo que se autoimpuso el Ministerio
para tener listo el informe y por lo tanto es totalmente pertinente
preguntarnos ¿Dónde está? ¿Está ya listo? ¿Por qué no se publica de
existir el mismo?
Por supuesto que no lo sabemos y quien sabe
nunca lo conozcamos. Al menos la pagina web de la DAFO (Dirección del
Audiovisual Fonografía y Nuevos Medios ) no menciona nada al respecto.
Tan solo tuvimos noticias extraoficiales que en los ordenados archivos
del Ministerio no encontraban los anteriores informes que
voluntariamente habían hecho los cineastas respecto al tema, así que
hubo que contactarlos y solicitárselos. Después de todo es material
importante por la información contenida y que en gran medida viene a
resolver parte del necesario informe que en algún momento los
funcionarios tendrán que hacer para cumplir con el burocrático encargo.
Sin embargo, mas allá de que aparezca publicado o no el informe
mencionado, y ojalá exista y pronto lo conozcamos, la reciente consulta
realizada por la DAFO sobre los futuros concursos cinematográficos 2018
(y que por razones de extensión y complejidad abordaremos en otra nota)
evidencian que no existe mayor voluntad por parte del Ministerio de
Cultura de enfrentar el tema Cinemateca Nacional con el diseño de una
seria Política de Conservación al respecto, la que a nuestro juicio debe
de estar enmarcada dentro de una Política Cinematográfica mayor.
Para contentar a la platea, se prefiere más bien destinar una buena
cantidad de dinero (750,000 soles) a lo que se ha denominado “Concurso
Nacional de Proyectos de Preservación Audiovisual” que mas allá de la
buena voluntad que los motiva, resultan siendo solo un paliativo a un
tema que necesita una solución mayor: el de la pérdida sostenida de
nuestros archivos cinematográficos.El Concurso, resulta la
evidencia que se está escogiendo un tortuoso camino equivocado, tal como
lo demuestran otras experiencias internacionales: el camino de la
privatización de nuestro patrimonio fílmico.
Y por ultimo,
porque no decirlo, se organiza un concurso donde al menos uno de los
premios parece ya tener un ganador seguro (o tal vez dos). ¿Adivinen que
Universidad será? Aunque ya sabemos la burocrática
respuesta que se nos dará; como muchos también nos peguntamos ¿Por qué
con esa cantidad de dinero no se sientan las bases de una Cinemateca
Nacional?
Francisco Adrianzén Merino
Lima, 28 de abril 2018
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