por Christian Wiener Fresco
La Ministra de Cultura Patricia Balbuena anunció hace
unos meses que como parte de los planes para el bicentenario del Perú se
encontraba la creación de la Cinemateca Nacional Peruana en el Cusco. Lo cierto
es que independiente de las palabras, y posiblemente buenas intenciones de la saliente
ministra y funcionarios cusqueños que la respaldaron, no se ha avanzado nada al
respecto. Igualmente se presentó en el Congreso de la República una iniciativa
legal que proponía establecer de interés nacional la creación de la Cinemateca
Nacional Peruana. Y aunque más declarativa que concreta, esta iniciativa sigue
también durmiendo el sueño de los justos en el devaluado poder legislativo.El temor a la memoria
En el 2018 cientos de ciudadanas y ciudadanos,
peruanos y también conocedores del medio en el extranjero, firmamos una carta
abierta y pública a las autoridades peruanas donde, luego de exponer las
razones básicas de la importancia y necesidad de la institución, se demandaba
que al igual que en otros países del mundo, era imprescindible
“que el Perú cuente a la brevedad con una Cinemateca Nacional, dotándolo de los
recursos necesarios y una organización adecuada, contando con el apoyo firme del
Estado, la sociedad y los sectores ligados a la actividad audiovisual.” La misiva hasta ahora no tiene respuesta
oficial.
En cuanto a la nueva Ley de
Cinematografía, el texto aprobado en la Comisión de Cultura del Congreso, con
aval de los gremios, sigue evadiendo el tema, sin propuestas alternativas ni
real interés. Toca ver si en algún momento el proyecto llega por fin al pleno
se acuerden que es deber y compromiso de los Estados la conservación y puesta
en valor de los archivos documentales, tanto bibliográficos como audiovisuales.
La comisión de instituciones
públicas reunidas por el Decreto del ministro del Solar para ver un diagnóstico
de los archivos audiovisuales en el país, logró un eficaz balance cuantitativo
pero no cualitativo de su situación a nivel del Estado, constatándose sobre
todo el avance del canal 7 al respecto. Pero es incongruente que se siga
aludiendo para la inoperancia en el tema a la duplicidad y enredo legal sobre
el tema, siendo que todas esas entidades responden a un mismo sector que es cultura.
Los concursos promovidos
por el Ministerio de Cultura para fomentar la preservación de material
audiovisual si bien ayudan a tomar conciencia sobre el tema, resultan un
paliativo insuficiente para la enorme tarea en este campo, y un poco
contradictorio en su lógica privatista con los fines básicos que debe tener una
institución de archivo audiovisual, cual es el conocimiento y libre difusión de
nuestro acervo a la sociedad.
Todo parece indicar que más
allá de lo declarativo y para la tribuna, al Estado y nuestras autoridades les
interesa bien poco el tema del cuidado del patrimonio y sus consecuencias. Lo
que es consecuente con la grave situación que atraviesan el Archivo General de
la Nación, la Biblioteca Nacional y los Museos, con pérdidas de valiosas obras
y piezas históricas, disputas por su ubicación y abandono presupuestal.
Faltan poco más de dos años
para que el Perú celebre doscientos años de vida republicana. Una ocasión que
exige mirar atrás para salir adelante. Pero ¿qué mirar cuando no hay nada que
encontrar? Porque un país sin memoria ni
pasado, es un país sin futuro.
Christian, en efecto, urge una respuesta clara del gobierno a la petición en favor de la creación de la Cinemateca Nacional, que en la práctica podría también tener varias sedes: en ese sentido Cusco tiene credenciales culturales únicas para albergar la sede de una cinemateca, además de un clima mucho más benigno que el de la capital para la conservación de materiales cinematográficos (como también Arequipa o Puno). Pero la leyenda, para nacer, necesita un protagonista y el momentum que este pueda trasmitir a la ciudadanía: recuerdo con admiración la acogida que el alcalde cusqueño Daniel Estrada lograba obtener a las iniciativas de difusión y conservación audiovisual impulsadas por su gestión. Había algo que el centralismo político de Lima limita siempre: la participación social y la independencia.
ResponderEliminarPero antes de elegir la sede y crear la Cinemateca propiamente dicha, con sus divisiones y locales establecidos: archivo, catalogación, fototeca, laboratorios digital y analógico, salas de proyección, biblioteca, hemeroteca, videoteca, museo, sección informática, sección administrativa, sección difusión e intercambio, editorial, prensa y comunicaciones, etc., el gobierno debe elaborar un estudio profundo de las necesidades del cine peruano como sujeto histórico y un programa de actuación para hacer posible la creación de un registro nacional del patrimonio audiovisual, la puesta en marcha de una red de instituciones conectando profesionales dedicados, los cuales contribuyan a elaborar un programa de conservación inspirado por principios éticos comunes, que prevea las necesidades globales, que realice formación, que difunda las metodologías y coordine las estrategias para restaurar, no ya este título exitoso o aquél aún más memorable, sino todo el patrimonio audiovisual peruano, pues todos los artefactos producidos tienen igual derecho de ser preservados.
Estoy de acuerdo contigo en que los apoyos aislados a la preservación hacen un mal favor a la cultura archivística, pues al otorgarse montos siempre insuficientes para una restauración propiamente dicha, esta finalidad no se cumplirá jamás, creando en cambio la falsa idea de que la restauración cinematográfica es una tarea fácil y mecánica, realizable incluso por el mismo productor de la obra (... y tal vez "mejorándola": es una tentación más común de lo que imaginamos!). El apoyo a la restauración se convierte simplemente en una ayuda a la digitalización, que muchas veces es sinónimo de tratamiento masivo. Atención: la digitalización es importantísima y fundamental para la difusión y los festivales, pues la proyección de película 35mm es ya prácticamente inexistente. Pero entre digitalización y restauración digital hay un salto importante en el que se juega la noción de patrimonio.
Esta simplificación desautoriza además la figura profesional del restaurador y la responsabilidad y misión de la cinemateca, de elegir los títulos a restaurar según la prioridad de preservación y de descubrir la metodología especial a seguir en cada caso, según la problemática que cada obra cinematográfica presenta. Al calcar la lógica de la producción de los mismos títulos ganadores, quién controla la conformidad y la calidad de la restauración? Quién vela por los títulos más débiles e incompletos, los que no tienen autor reconocido pues todavía sin identificar plenamente, el documental, la animación, la publicidad, las películas familiares, los procedimientos y los filmes experimentales? Es la historia que se repite, obedeciendo siempre la ley del más fuerte.
Un fuerte abrazo,
Irela Núñez del Pozo
Archivo peruano de imagen y sonido