Desde 1996, en el mes de julio, la Cámara Peruana del Libro ha venido impulsando la Feria Internacional del Libro de Lima, la
misma que ha tenido una historia trashumante, primero
en la desaparecida
Feria del Hogar o del Pacífico, en el distrito de San Miguel;
luego se llevó a cabo en el Centro de Convenciones del Centro Comercial Jockey Plaza, en el distrito
de Santiago de Surco, del 2005 al 2008. El año 2009,
la FIL-Lima se trasladó al vértice del Museo
de la Nación, donde ahora se ubica el Gran Teatro
Nacional, en el distrito
de San Borja, y a partir del 2010, se celebra en el Parque Matamula, hoy
de los Próceres, lotizado por el alcalde de Jesús María, Enrique Ocrospoma.
Esta Feria se planteó desde
un principio en grande, con invitados extranjeros, y representaciones por países,
presentaciones de libros, y actividades culturales paralelas (conferencias,
proyecciones, actuaciones), un poco siguiendo el ejemplo de las más importantes
ferias del libro de la región, que se realizan en Guadalajara, Buenos Aires o
Bogotá. Sin embargo, la Cámara Peruana del Libro no ha estimulado la formación
de mercados editoriales internacionales, con compra y venta de derechos,
asociaciones para ediciones multinacionales, exportaciones de libros peruanos,
entre otras acciones que si se promueven en las trastiendas de las mencionadas
ferias.
La Feria Internacional del Libro de Lima comenzó a crecer
y hacerse más visible desde el año 2004, luego que entrara en vigencia la Ley 28086, de Democratización del Libro y Fomento de la Lectura, y su reglamento respectivo. Esta norma, impulsada por las empresas editoriales, da estímulos como
la exoneración del impuesto a la renta a la importación y venta de libros y
productos editoriales afines en el país, y el reintegro tributario sobre el IGV
en su comercialización. Ambas medidas resultaron un bálsamo para una industria
bastante golpeada y con un mercado disminuido de forma dramática en los últimos
años, aunque sus beneficios alcanzaron principalmente a las empresas
editoriales más fuertes y consolidadas, que eran las que podían acceder al
reintegro, dado el volumen de sus tirajes. Paradójicamente, o tal vez no tanto,
fueron editoriales extranjeras como Planeta, Alfaguara, Norma o Santillana;
algunas de las que más lo han aprovechado, así como los importadores de
publicaciones españolas, colombianas, mejicanas o argentinas.
LOS QUE SOBRAN
Quienes quedaron fuera del baile son los editores chicos
o independientes, que publican ediciones de bajo tiraje en géneros poco
comerciales como la poesía, ensayos, narrativa, comics; y que privilegian
autores noveles, escasamente promocionados o no pertenecientes al círculo más
conocido de la movida literaria limeña. No obstante, varios de ellos han
logrado salir adelante y posicionar la calidad de sus libros y sus sellos editoriales
en el cerrado mercado librero. Si bien esta producción editorial no alcanza
todavía en el Perú los niveles que, por ejemplo, se exhibe en Argentina o
Chile, constituye el segmento más estimulante y promisorio de esta industria
cultural.
Estos son algunos de los principales problemas que se
presentan en el campo editorial nacional, y que rara vez se ventilan en las
ferias del libro, así como tampoco las muchas veces tirantes relaciones entre autores y editores,
los porcentajes onerosos que las librerías imponen a las editoriales chicas,
las dificultades para acceder al padrinazgo de la escasa prensa interesada en
el tema, los cambios de las nuevas tecnologías y los e-books en las formas de
comercialización y consumo de los libros y, por supuesto, la piratería, pero no
solo para combatirla desde el punto de vista represivo sino ampliando el minúsculo
mercado local.
Es de esperar que la creación de la Dirección del Libro y la Lectura en el Ministerio de Cultura sirva para que el Estado pueda tener una
presencia más activa y reguladora en esta área, como se da en Argentina,
México, Colombia, Chile o Brasil, que cuentan con pujantes industrias
editoriales, que exhiben altos índices de consumo interno y exportación, lo que
el Perú todavía se encuentra muy lejos de lograr.
CÁMARA Y POLÍTICA
La Cámara Peruana del Libro fue creada en 1946 y se
presenta como una Asociación gremial y cultural
de derecho privado y sin fines de lucro, que está integrada por más de 110
socios, entre empresas editoriales, editoriales universitarias, distribuidores
de libros y libreros. En su actual directorio figura como vicepresidente el
representante de la Editorial Planeta, y como presidente el dueño de las Librerías Crisol, James Jaime Carbajal. Este último, conocido también como “piñita”,
formó parte del equipo de los publicistas Oscar Dufour y Daniel Borobio, así
como del gabinete de Joy Way durante el gobierno de Fujimori. Luego reapareció
en el gobierno de Toledo relacionado con César Almeida, que fuera jefe del
Consejo Nacional de Inteligencia, y denunciado por un testigo como el portador
de una coima en el caso Bavaria.
Más tarde incursionó en el cine como socio de Hernán Garrido Lecca en la productora
Alpamayo que realizó filmes animados y “La gran sangre” para finalmente
aparecer como el propietario nacional de la marca Crisol, en una empresa que
tiene como socios al ex ministro aprista José Antonio Chang y se presume
también, al propio Alan García. También sería propietario de la editorial
Titanium que, oh casualidad, ha editado los últimos libros de García Pérez (que
dicen que sustentan sus boyantes ingresos).
LIBROS POLÉMICOS
Quien se encarga de toda la organización de la Feria Internacional
del Libro es la directora cultural de la Cámara, la poeta Doris Moromisato.
Ella es responsable de sus aciertos y desaciertos, con sus innegables logros y
avances en cuanto a convocatoria de participantes y de público cada año, así
como de discutibles decisiones y
reconocimientos, que comprometen seriamente el prestigio del evento.
Así por ejemplo, en la edición de este año, que es número 18, uno de los
libros presentados será el del cantautor peruano Pedro Suárez Vértiz, con “Yo Pedro”, lo que originó no pocas
críticas y burlas en las redes ante las afirmaciones del artista que solo había
leído un libro en su vida. Sin embargo PSV no ha sido la única figura
controversial, pues hace dos años, similares y hasta peores comentarios trajo la presencia del argentino Luis Corbacho en la feria, cuyo único mérito era ser
ex pareja de Jaime Bayly, y contar los
chismes de su relación.
LA ZARINA
Pero lo que ha incendiado la pradera de esta
oportunidad es haber incluido, al lado de los homenajes al desaparecido Antonio
Cisneros y el todavía activo Marco Martos, un reconocimiento especial a Martha
Meier Miro Quesada “por su contribución a la cultura y aliada en el fomento a
la lectura a través de El Dominical de El Comercio”. Los cuestionamientos van desde el amiguismo (MMQ dirigió hace unos
años un documental sobre la poeta Moromisato: “Uno más uno… no siempre es dos”) búsqueda de favores con la mandamás de El Comercio, hasta
simpatías fujimoristas, dado que ella fue candidata al Congreso en la
rereelección del 2000, y es conocida su línea editorial en el diario.
El polémico homenaje ha motivado una carta de protesta y rechazo de cerca de doscientos escritores e intelectuales peruanos, entre los que se encuentran Diego Trelles, Fernando Ampuero, Gabriela Wiener, Rocio Silva Santisteban, Eloy Jáuregui, Rodolfo Hinostroza, Mario Montalbetti, Peter Elmore, Winston Orrillo, entre otros.
En la otra orilla, el escritor Ivan Thays, sin justificar el acto, planteó que la Cámara, siendo
una entidad privada, era libre de realizar homenajes a quien le plazca. Sin
embargo, la cosa no es tan sencilla, porque la Cámara se asume como la
representación gremial de todo un sector, y en tanto tal, presiona y negocia institucionalmente
con el Estado, y la
propia Feria cuenta para su realización con el apoyo de los ministerios de
cultura, educación y relaciones exteriores. Por tal razón, el reconocimiento
deja de ser un asunto privado o personal para convertirse en institucional,
comprometiendo de alguna manera a toda la comunidad de escritores y editores en
el Perú, estén o no representados en la Cámara.
LO BUENO
Pero más allá de los discutidos homenajes, en
esta versión de 17 días de la Feria Internacional de Libro de Lima participan 170
stands de 21 países, recayendo este año en Puerto Rico ser el invitado de honor,
con una numerosa delegación encabezada por el reciente ganador del Premio Rómulo Gallegos 2013, Eduardo Lalo, y presidida por la escritora Mayra Santos Febres. Otros
invitados son de Argentina, donde se destaca el novelista Federico Andahazi y
la periodista Mónica Aristain; del Brasil con la escritora Ana Paula Maia y el
músico Nei López; de Chile, el poeta Raúl Zurita y el narrador Hernán Rivera
Letelier; de Colombia los poetas Juan Manuel Roca y Beatriz Vanegas; de Ecuador
la poeta Soledad Córdoba; de Nicaragua, el novelista Sergio Ramírez y de
México, el narrador Luis Arturo Ramos, entre muchos invitados internacionales.
Por eso, y a pesar de todo, siempre vale la pena
darse un salto para visitar la Feria, y aprovechar las novedades y ofertas,
cuando las encuentras.
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