Por Christian Wiener Fresco
Los pedidos públicos de dos conocidas
figuras artísticas, Pedro Suárez Vertiz y Eva Ayllon, para que les concedan Pensiones de Gracia, volvieron a poner en la discusión pública la pertinencia o
no de concederla.
La Pensión de Gracia, según lo
establecido por la Ley 27747, aprobada en el gobierno de Toledo; es un beneficio
del Estado para cualquier persona que haya realizado una labor que se considere
de “trascendencia nacional en beneficio del país”.
Actualmente, los trámites y
requerimientos para que una persona pueda acceder a ella son de lo más
engorrosos y dilatados. Se inicia con la
presentación de una solicitud al Ministerio de su sector, adjuntando el
currículo documentado de su labor y merecimientos. Se verifica que el
solicitante no tenga ningún ingreso del Estado (pensionista u otro concepto) y
que acredite una situación económica “de necesidad”. Luego se evalúa la
trayectoria, y si esta puede calificarse
de “trascendencia nacional”. En paralelo, debe certificarse la existencia de la
partida presupuestal necesaria por parte del MEF para solventar el pago de
manera permanente.
En caso sea positiva la opinión del
sector, el expediente se envía a la Presidencia del Consejo de Ministros para
una nueva evaluación por la Comisión Calificadora de Merecimiento de Pensiones
de Gracia, conformada por representantes de la PCM, y los ministerios de
Economía, Justicia y Relaciones Exteriores.
Ellos determinan la pertinencia de la solicitud como el monto a ser entregado
en cada caso, para finalmente elevar un proyecto de Resolución Legislativa que
deberá ser aprobado por el pleno del Congreso de la República.
Sin duda, todo un ejemplo en la
campaña del “Trámite de más” que estuvo promoviendo la Presidencia del Consejo de Ministros hace
unos meses.
Sin embargo, el problema de fondo es
un Estado indolente que obliga a recurrir a este pedido luego de muchos años de
trabajo precario, y sometiéndose al vía crucis burocrático y el clientelismo
político y mediático, con el añadido del escarnio público, en no pocas
oportunidades. No es casualidad que sean más frecuentes estas solicitudes en
cultura y deportes, porque desde siempre fueron relegados como prácticas de
distracción o “hobbies”, careciendo de políticas laborales y de seguridad
social.
Prueba de ello son los casos de
destacados artistas y deportistas en situaciones de indigencia, sin atención
médica, o teniendo que mendigar un lugar donde vivir. Y la explicación más
socorrida es aquella de la vida bohemia y el despilfarro en los tiempos de
bonanza, lo cual no deja de ser cierto, pero omite la responsabilidad de los
empresarios y dirigentes que vivieron de su trabajo, así como de quienes desde
el poder no se preocuparon por cautelar sus mínimos derechos.
Por esta razón, a fines del 2011 la
entonces Ministra de Cultura, Susana Baca, propuso modificar la Ley N° 28131, del artista intérprete y ejecutante, que fue promulgada, tras varias observaciones y recortes por el MEF, en diciembre del 2003. El propósito fundamental era profesionalizar
al artista, acabando con la precarización e informalidad del sector, para que
puedan ser incluidos en planilla y tener seguro social de forma similar a otros
trabajadores temporales como los de construcción civil.
El otro cambio central fue
ampliar el ámbito original de la norma de los actores, músicos, bailarines,
intérpretes y técnicos escénicos, a todo el campo de la creación artística,
incluyendo dentro de ella a escritores, compositores, artistas plásticos; entre
otros.
Estas reformas, por supuesto, tienen
resistencia entre muchos empresarios acostumbrados a hacer y deshacer, desde
los pequeños hasta los más poderosos como los televisivos, pero resultan
indispensables para que los artistas ya no sean vistos ni tratados de forma
abusiva e informal.
Toca ver si el
Ministerio de Cultura insiste en la propuesta legal a favor de los artistas, y
si en el camino hasta su envío al Congreso de la República y su eventual
promulgación, se mantiene el sentido original y las demandas largamente
acariciadas por los gremios del sector. De ser así, se habría dado un
importante paso para empezar a cambiar un sistema excluyente y perverso con los
artistas peruanos, revalorando la actividad y a quienes la hacen posible.
Eso no quiere
decir que se elimine la Pensión de Gracia, pero por lo menos se reducirá su
exigencia y necesidad, para que pueda aplicarse a quienes realmente lo merecen
y necesitan, más allá del padrinazgo político, las buenas relaciones con el
poder o el apoyo mediático que disponga.
Los últimos 25 años, la mayoría de personas que ejercemos una profesión, arte u oficio si queremos lograr ingresos monetarios, debemos laborar mediante Recibos por Honorarios. Con ello tenemos recortado todo tipo de beneficios sociales, vacaciones, gratificaciones, seguro social, etc.
ResponderEliminarDe un PEA de 17 millones de personas, sólo 3 tienen esos beneficios, el resto debemos callar y continuar.
Como Economista, debí aportar por mi cuenta para tener seguro médico y una pensión, y sé de muchos otros ciudadanos que actúan igual que yo. La demanda laboral para el Economista no es lineal, hay meses en que no tenemos ingresos, pero igual hay que pagar cuentas.
Mi inquietud, es si queremos ser Artistas, creo serlo en las áreas de las Artes Plásticas, Poesía y escribiendo Ciencia Ficción, y los ingresos por esos conceptos no son suficientes para sobrevivir, deberíamos buscar otro medio de subsistencia, yo debí priorizar mis artes por mi profesión de Economista. Después de 34 años laborando como tal, recién los últimos 6 me puedo dar el lujo de practicar mis artes.
No me agrada dar lástima.