por Christian Wiener
Páginas heroicas |
Es bastante paradójico y
hasta simbólico del Perú actual lo sucedido a la película peruana “Gloria del Pacífico” de Juan Carlos Oganes. Como se sabe, es una película que busca
recrear los hechos históricos que rodearon la guerra con Chile en 1880 y los
sucesos y personajes que participaron de las batallas del Alto de la Alianza y
Arica. El cine peruano, en general,
escasamente ha abordado estos temas del pasado, siendo tal vez el único
antecedente la cinta “Páginas heroicas” filmada en el año 1926 por José A. Carvalho, y prohibida por la Junta Censora del entonces gobierno de Leguía (que
en esos años negociaba con Chile la devolución de las “provincias cautivas” de
Tacna y Arica), lo que finalmente terminó frustrando la carrera de los productores,
condenando la película al ostracismo y la leyenda.
“Gloria del Pacífico”, por
suerte, no ha tenido tan funesto destino, lo que no podía ser de otra manera,
porque la censura oficial no existe en el país desde el año 1980. Sin embargo,
y como ya ha sucedido antes, hay otras formas más sutiles pero no por ello
menos perversas de boicotear una película, y es la manera como los exhibidores la van segregando y arrinconando en sus salas, a pesar que no se pueda decir en este caso que no haya asistido público para verla. Pero se dirá que de todas
maneras se ha estrenado, omitiendo que por las ambiciones de la producción,
esta hubiera requerido un trato cuando menos similar al que brindan a tanto blockbuster
gringo conque inundan cada cierto tiempo la cartelera, lo que ha obligado a la
producción a buscar formas alternativas de distribución en el interior del
país. Otros que también fueron, por decir lo menos, poco promocionales y en
algunos casos hasta mezquinos, fueron los grandes medios de comunicación, en especial si uno compara con la manera como
exaltaban y publicitaron a “Asu Mare” o “A los 40”, así como otros estrenos más
mediáticos o con temas menos controversiales. Y por último, por parte del
propio Estado, ya que si bien la película no recibió ninguna de los diferentes
tipos de ayuda y subvenciones que brinda la Ley de Cine y el fondo Ibermedia,
realizándose exclusivamente con capitales privados, pudo cuando menos haber
tenido un impulso y promoción cuando menos para su estreno, no solo por parte del
Ministerio de Cultura sino también del de Educación, que buena falta hacen
producciones como esta para la currícula escolar.
Por lo demás, y hay que
decirlo, la cinta de Oganes es digna y logra superar una serie de prejuicios y caricaturas a los que suele ser tan afecta estas producciones, presentando una
visión de los hechos bastante sugerente y convincente en sus escenas de acción,
que más allá de alguna frase o pose para la historia, impresiona por su
despliegue y ambición. Lo que es no poca cosa en un país que hasta hace poco no
quería mirar atrás ni indagar en su historia, a no ser para burlarse de ella, como irresponsablemente sucedió con la obra teatral “Perú jaja” (vale la pena mencionar que otro interesante
antecedente, poco valorado, son los cromos heroicos con que juega la niña Cayetana de “Las malas intenciones” de Rosario García-Montero).
Sin embargo, hablaba
al inicio de las paradojas que rodean a esta película y una de ellas es la
coincidencia histórica con el fallo del Tribunal de la Haya sobre los límites
marítimos con el vecino del sur (lo que demuestra la plena vigencia y
actualidad del tema, al igual – y no es casualidad- que “Páginas heroicas” en
los años 20). Pero lo más paradojal es que su estreno se dio en el contexto de
un gobierno que se proclama nacionalista, con un Presidente, militar por
añadidura, y cuya imagen de candidato se
construyó en gran parte reivindicando los fueros de la nación frente a los
anteriores gobiernos entreguistas, y una de cuyas banderas principales fue
reivindicar la bandera, los honores
mancillados y las heridas abiertas por el ejército chileno en ese doloroso
conflicto que nos enfrentó conjuntamente con Bolivia. En ese sentido, “Gloria
del Pacífico” pudo convertirse en la película que mejor expresara ese
sentimiento, no desde un punto de vista oficial u oficialista, sino como símbolo de dignificación y relectura histórica de un gobierno cuyas doctrinas primigenias y motivaciones de sus simpatizantes se proyectaban en ese sentido.
Pero nada de eso ha sucedido, sino todo lo contrario, la película a nivel
oficial se cubre con el manto del silencio culposo, como aquellos que no quieren
que le recuerden eventos de su pasado que prefieren enterrar en los
recuerdos. Dicen en cambio los rumores
palaciegos que la película peruana más celebrada de los últimos tiempos en las
esferas del poder ha sido “Asu mare”, con todo su humor criollo, discurso arribista y "Marca Perú", lo que no deja también de ser altamente simbólico de lo que ha
pasado en este país de las maravillas en estos últimos años.
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