Por Christian Wiener Fresco
Hace
algunos días conversaba en un taxi sobre la proyecto para fijar un porcentaje
mínimo de música peruana en las estaciones de radio. Mientras yo defendía la
iniciativa, arguyendo la discriminación de nuestros artistas frente a los
extranjeros, el chofer me insistía que no le parecía necesaria la iniciativa
porque “las radios” pasaban harta música nacional. Y como evidencia de su
afirmación, subió el volumen de la cumbia que estaba escuchando desde una
emisora local.
La
reacción de mi interlocutor es un buen ejemplo de como las percepciones al
vuelo nos pueden llevar a conclusiones engañosas. Porque efectivamente, si tomamos como
referente a estaciones como “Fiesta”, “Karibeña” o “Radio Q”, cuya programación
se centra en géneros como la cumbia peruana y la música andina, nadie podría
sindicarlas de marginar a los artistas nacionales, ya que entre el 70 y 90% de
su programa diario está dedicada a las obras de ellos. Pero la realidad cambia si
revisamos emisoras como “Studio 92”, “Okey”, “Viva FM”, entre otras dedicadas
al rock y la música contemporánea, donde la participación de los artistas
nacionales no supera ni el 4% del total emitido por día, en el mejor de los
casos.
Este
es el fundamento de la iniciativa legislativa del congresista Sergio Tejada y
otros parlamentarios del nacionalismo, con el Proyecto de Ley de “Promoción de la Música Nacional”. El mismo establece
porcentajes mínimos de difusión de música nacional, así como de contenido
indígena en la radiodifusión sonora que utiliza el espectro radioeléctrico de
la nación. Esos porcentajes, denominados cuotas, se determinarán de forma diferenciada para la
radio comercial, educativa y comunitaria, así como para aquella estatal o
pública.
De esta manera, en la radio comercial el porcentaje establecido es no
menos del 35% de música nacional difundida diariamente entre las 6.00 y las
24.00 horas. Asimismo, en las zonas donde habitan pueblos indígenas, no menos
del 10% de la programación diaria debe estar dedicada a música con contenidos
indígenas. En las radios educativas, el porcentaje se eleva a 45% de música
nacional y en la radio comunitaria se fija en 35%. Finalmente en las estaciones
estatales o públicas el porcentaje será de 50% como mínimo. En todos los casos,
no menos del 50% del total de material difundido en la cuota debe ser nuevo, es
decir que no tenga más de 3 años de antigüedad.
La
propuesta de Tejada, quien en su juventud fue
guitarrista de la banda rock "Insecto Urbano”, recoge en gran parte la iniciativa de
músicos y videocliperos, lanzada a
principios de este año, quienes hartos que sus
obras sean discriminadas en géneros como el rock o el pop por las radios
locales, demandaron la difusión de más música nacional y nueva en estos medios.
Entre los promotores se encuentran Walter Cobos, Percy Céspedez, Alexei Vásquez y Piero Campaña, que impulsan el colectivo de nombre “Haz que suene tu música Perú”.
En
realidad, el Proyecto de Ley no sería necesario si todos los medios cumplieran con las leyes vigentes, tanto la de Radiodifusión (28278) que establece en su octava disposición complementaria un porcentaje de producción nacional mínima del 30%en la programación diaria de los medios radiales y televisivos; así como la Ley del Artista e Interprete (28131), que en el artículo 45 dice que se debe destinar “no menos del 10% de su programación diaria a la difusión del folcor, música nacional y series y programas relacionados con la historia, literatura,cultura o realidad nacional peruana”.
Lamentablemente
y como sucede con muchas otras leyes y normas, esas disposiciones se quedaron
en lo declarativo, al no existir un ente que supervise su aplicación, pueda
aplicar sanción, y en el reglamento se explicite los montos y penas estipuladas
para los infractores. Lo que nos lleva a que más importante que una ley es su aplicación,
porque la primera puede estar llena de buenas intenciones y propósitos, pero
solo lo segunda asegura su ejecución y resultados, más allá de las presiones.
Que
existen presiones en contra, qué duda cabe. Ahí está la Sociedad Nacional de Radio y Televisión, que a través de su vocero, el ex ministro Alfredo Ferrero, expresó su oposición al proyecto en defensa del sacrosanto libre mercado, y agregando, desdeñosamente, que en el Perú “no hay calidad musical”. También se opone el congresista Alberto Beingolea, señalando que “no hay derecho a que empresas privadas se les obligue a hacer su negocio de una manera determinada”.
Lo
que parecen olvidar estos objetores es que el espectro de radiodifusión donde
operan las estaciones de radio y TV es propiedad pública, y que el Estado tiene
el derecho de cautelar la presencia de un mínimo de producción nacional, en
todos los géneros y estilos, en su uso por los operadores privados. Asimismo,
evitar la discriminación de la música nacional, y en especial de los jóvenes y
noveles creadores, es parte de las obligaciones de entidades como el Ministerio de Cultura, que tiene un novísima Dirección de Fonografía. Por último, la normano contravine acuerdos comerciales como los TLC u otros, porque se ajusta a las prácticas internacionales de “excepción cultural” que aplican otros países en defensa de sus industrias culturales para no ser vistas como mercancías,
como Australia, Argentina, Brasil,
Canadá, Colombia, Chile, Francia e Italia; entre otros.
Por tanto, el proyecto merece todo nuestro respaldo y apoyo, y solo una atingencia o añadido, ya que estamos en la era del audiovisual, y que gran parte de la música pasa hoy también por la televisión: ¿por qué no se incluye a la pantalla chica también en el alcance de la propuesta? Digo, es un decir, como decía el poeta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario